FELIZ POR DECRETO

| lunes, 24 de diciembre de 2007



Escribo mientras en las casas que tengo alrededor se "celebra" lo que se le llama la nochebuena, como se nota por mis palabras el que suscribe no está con la familia diciendo lo de feliz navidad y todas esas cosas ya que mi "familia" está "dispersa" en ésos mundos de ahí afuera. Mi estado de ánimo es totalmente apático y triste ya que me encuentro en soledad en ésta noche. Mi situación se puede decir, es triste y también, como no, patética pero creo que tengo el derecho a estar así o al menos a no fingir a ser "feliz por decreto". No pinto una sonrisa por fuera ni me pongo a decir cosas que no siento desear cosas que queda "politicamente correcto" y por dentro estar mal. Las navidades es un momento del año especialmente cruel para las personas que no pueden disfrutarlas, todos "felices" deseandose cosas por costumbre no por sinceridad. En más de una ocasión he visto como familias enteras se peleaban en la nochebuena diciéndose cosas que en todo el año no se atreven a decir y que el alcohol lo facilita. Tampoco es muy alentador ver lo que pasa alrededor de lo que se puede llamar "el primer mundo" guerras, odios, matanzas, ambiciones.. cuando esté todo eso arreglado se puede hacer de verdad una navidad. Estas fiestas son la campaña de marketing mejor hecha de la historia, es en definitiva, el culmen del consumismo. Es irónico por no decir para echarse a reir, que se celebre el nacimiento de aquél que dijo que hay compartir que hay que ayudar al prójimo comprando lo máximo posible y haciéndose mejor por lo que tienes o lo que regalas no por lo que eres. En definitiva una hipocresía más de ésta humanidad estúpida que cree que con cuatro deseos de felicidad se arregla las conciencias de todo lo que resta de año... eso si que es triste y patético... . Feliz Decreto a todos... .



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LAS RAICES DE LA DEMOCRACIA por Carles Boix

| jueves, 20 de diciembre de 2007






Interesante artículo sobre la democracia de Carles Boix para leerlo detenidamente.

LAS RAÍCES DE LA DEMOCRACIA

La democracia es un mecanismo de decisión en el cual, en gran parte, todo está a disposición de cualquiera en cada proceso electoral.

Una democracia estable o exitosa es aquella en la que prima el uso ininterrumpido de elecciones libres y limpias para elegir representantes políticos.

En los países en los cuales existe una élite económica y altos recursos naturales, será necesaria la colaboración de los primeros para establecer una democracia viable. La distribución de la riqueza, en pro de una prosperidad general, es una condición asimismo necesaria.


Idealistas contra realistas

Tanto idealistas como realistas, en lo que se refiere a políticas de expansión de la democracia, están equivocados.

Los idealistas explican el actual momento de democratización y éxito de la democracia como un anhelo universal, enraizado en lo mejor del ser humano, que lleva al florecimiento de las instituciones liberales una vez se derriben los sistemas del pasado: instituciones y grupos exclusivos. Se apoyan en el hecho de que el número de democracias se ha ido incrementando con los años, hasta llegar a casi cien en 2000. Además, el mundo prefiere vivir bajo democracias, como indican varios estudios.

Pero la realidad es que apenas el 50% de los Estados del mundo tienen gobiernos democráticamente constituidos, una proporción sólo un 10% mayor que en 1955 ó 1920. Por otro lado, un sustancial número de democracias nominales no lo son realmente, como vemos en la esfera ex soviética y en América Latina, así como en el África sub-sahariana y Oriente Próximo.

Los realistas sostienen que la democracia estable está en conexión con el desarrollo económico. Sólo si existe un grado de desarrollo económico básico puede implantarse/generarse una democracia estable, al menos desde la IIGM. La realidad es que los Estados donde más se ha aumentado la renta per cápita y el desarrollo económico no han variado sus sistemas políticos, con referencias claras a los Estados petrolíferos. Por otro lado, no existen realmente buenas explicaciones a cómo el desarrollo económico favorece los cambios en pro de la democracia.

Los realistas han acertado en cuanto a que las condiciones económicas son importantes para una democracia estable. Pero han fallado en el análisis: es la excesiva desigualdad económica, particularmente en Estados con amplios recursos naturales o agrarios, que hace los conflictos sociales extremos, lo que imposibilita la democracia.

En una sociedad mayoritariamente desigual, la población se resiente de su bajo status, y la mayoría rica temerá los posibles cambios de una mayoría pobre. Como resultado tenemos instituciones autoritarias que asegurarán sus ventajas sociales y económicas. Por el contrario, en sociedades con cierta igualdad social y económica las élites aceptarán los inciertos resultados de elecciones libres, así como el estar en la oposición.


El juego democrático

Unas elecciones libres suponen eventos imprecedecibles. Es decir, el resultado, si son libres, justas y limpias, no podrá predecirse. Así, unos ganarán una elección, y deberán liderar y gestionar, y otros deberán asumir la derrota y colocarse como oposición, a la espera de nuevas elecciones, mientras elevan sus reclamaciones hacia el Gobierno y aceptan su posición.

No obstante, el proceso electoral no garantiza por sí mismo que los políticos respeten los términos y reglas del procedimiento democrático. El perdedor puede aceptar el resultado, y ser gobernado por el vencedor, o no aceptarlo, reclamando recuentos, impugnando resultados, apelando a organismos u observadores internacionales… Igualmente el vencedor puede usar su posición en su propio beneficio. Sólo si ambos aceptan los resultados tendremos un caso de democracia estable.

La minoría debe aceptar su posición y la mayoría debe evitar la tentación de usar su posición para excluir permanentemente a la minoría de los mecanismos de control y poder.


Igualdad de condiciones

Políticos y ciudadanos permanecerán en las reglas del juego democrático cuando no se den periodos demasiado largos de estancamiento, es decir, cuando la alternancia se produzca. Si la posibilidad de acceso al poder es real, no habrá tentaciones para derribar el sistema. La democracia será posible cuando ganadores y perdedores, y los votantes que representan, vivan bajo condiciones relativas de igualdad.

Si las desigualdades son muy grandes, la mayoría pobre verá las elecciones como un modo de distribuir la riqueza, y la minoría rica verá en esas mismas elecciones peligrar su status.

Por ello, una relativa igualdad económica y social, y un justo reparto de la riqueza son condiciones necesarias para asegurar el éxito de una democracia.


Tierra, minerales y petróleo

Si ven peligrar su status, es probable que una minoría rica apoye y favorezca sistemas autoritarios como forma de autoprotección. Aquí, el hecho de que la riqueza de esta minoría sea o no transferible influye directamente en esa decisión: si hablamos de riquezas no transferibles (tierras, minerales o petróleo, es decir, recursos naturales), existen serias posibilidades de que la mayoría rica pretenda controlar el Estado, reprimiendo a la oposición, y eliminando cualquier camino hacia modelos democráticos para proteger sus posesiones. En oposición, si los recursos son transferibles es más probable que toleren la democracia, pues en el caso de que vean peligrar su capital pueden volatilizarlo.

El desarrollo económico y la industrialización van de la mano de la expansión de la educación, la formación de fuerza de trabajo cualificada, y del aumento de las posibilidades e igualdad económica entre la población. Pero este desarrollo e industrialización se ha realizado con la explotación de los recursos naturales de terceros Estados y sistemas económicos basados en la manufactura industrial y negocios de capital humano intensivo.

La realidad es la siguiente: desde 1950, el 80% de Estados no exportadores de petróleo con una renta per capita elevada han sido y son democracias. En los Estados petrolíferos, generalmente son los sistemas autoritarios los que prevalecen. Al depender su poder económico de este recurso natural su opción se decanta por la supresión de demandas de libertad y democracia.

Se dice que es el Islam como religión el causante de los autoritarismos en los Estados musulmanes. No obstante, lo cierto es que la mayoría de los musulmanes del mundo viven bajo un gobierno democrático, en Estados como India, Turquía, Indonesia o Blangladesh. Por el contrario, todos los países del mundo estrictamente árabe son autoritarios o totalitarios. Esto se debe no a la religión, o la cultura, sino a la fuerte presencia de recursos naturales controlados por una élite económica.

En cualquier caso, y como resulta obvio, no es la presencia de recursos naturales lo que lleva al autoritarismo/totalitarismo, o mejor dicho, que impide la democracia, sino el acceso a la riqueza que dicho recursos generan. Noruega es un buen ejemplo de ello.

En contra, para sociedades autoritarias o recién democratizadas la presencia o descubrimiento de sustanciosos recursos naturales (o el comienzo de su explotación a gran escala) es muy perjudicial y negativa, pues sólo las élites políticas y económicas se beneficiarán de esa riqueza y se autoprotegerán asaltando el sistema político, reduciendo al tiempo políticas en pro de la industrialización del país o un crecimiento social. Es el estándar de Estados como Rusia, o muchos ejemplos de África, Latinoamérica y Próximo y Medio Oriente.


Violencia política

Si el autoritarismo está bien atrincherado en un Estado, la oposición sólo tiene un instrumento para tomar el Estado: la violencia política. Su uso se produce en Estados con fuerte desigualdad social donde la riqueza no sea transferible, y además es atractiva para aquellos que están excluidos del poder del Estado. Además, sólo si la desigualdad es muy grande y dicha violencia conlleva la pérdida significativa de vidas humanas, siendo el resultado de la violencia incierto, la oposición asumirá los riesgos de una guerra civil.

En esta línea, a un bajo nivel de desigualdad con los activos fijos, tenemos democracias estables. Cuando dicha desigualdad crece, aparecen los autoritarismos. Cuando es extrema surge la violencia política.


Evidencias contemporáneas

Significativamente existe una relación directa entre el porcentaje de urbanización e industrialización y de familias granjeras y la proporción de democracias en el mundo, en un espacio que abarca desde 1850 a 1995.

Así, con un promedio del 80-100% de urbanismo e industrialización, independientemente del número de familias granjeras, tenemos una proporción de 100 de democracias, mientras que en caso contrario, en el promedio de 0-20% de urbanismo e industrialización, relacionados con el nivel agrario, la proporción de democracias varía de 0 a 10.

Referidos a las evidencias en EEUU, vemos que, en 1910, las restricciones eran especialmente altas en los estados del Sur, los antiguos Confederados., mientras que en el centro del país, así como en la costa oeste y las zonas “Federadas” los niveles eran bajos o nulos, con zonas de transición medias entre unos y otros.

Por último, es una realidad que el uso de la violencia para efectuar cambios políticos ha sido y es un fenómeno generalizado en el mundo. Desde 1820 a 1990 se calcula que ha habido 137 guerras civiles, y desde el final de la IIGM más de 16 millones de seres humanos han perdido la vida en conflictos civiles. Constan aproximadamente 500 guerrillas armadas en el periodo comprendido entre 1919 y 1997. En el mismo periodo se estima que se han producido unos 1500 asesinatos por motivos estrictamente políticos.


Allanando el camino para la democracia

La pregunta clave es si se pueden preparar las condiciones económicas para favorecer una exitosa transición política a la democracia.

Los constructores de políticas se enfrentan entre las soluciones a corto plazo y las soluciones a largo plazo, entre violentas y no violentas estrategias de intervención, entre mantener a una élite económica o abordar el cambio de sistema.

Históricamente, las democracias han sustituido a los sistemas autoritarios en dos caminos: uno, tras un largo proceso de desarrollo económico y transformación económico-industrial, con el consabido cambio de riquezas no transferibles a capitales transferibles, el aumento de la riqueza y distribución social y el debilitamiento de las viejas élites autoritarias. El otro, con dichos cambios producidos tras una enorme violencia política o la intervención de una potencia extranjera.

Lo cierto es que la mayoría de las sociedades pre-industriales y pre-industrializadas se caracterizan por la desigualdad, el autoritarismo y el subdesarrollo.

La democratización resulta pues, por un lado, del largo proceso de desarrollo moderno, ligado con el capitalismo comercial e industrial, el reparto progresivo de la riqueza generada por dicha actividad capitalista y por los recursos naturales, y más igualdad económica, que hicieron posible las revoluciones liberales. Así, en estos Estados no absolutistas, las instituciones parlamentarias establecieron un Estado de Derecho que, entre otras cosas, protegieron los intereses de los comerciantes e inversores, al tiempo que favorecían una revolución científica y técnica. Allí donde finalmente llegó la igualdad económica triunfó la democracia de forma pacífica. Sin una sociedad centrada en el desarrollo económico, la destrucción de las élites autoritarias se produjo sólo como el resultado de guerras, deposiciones, derrocamientos y ocupaciones extranjeras (Alemania, Italia, Japón, Corea y Taiwán, ejemplos producidos tras la IIGM).


¿Esparciendo la democracia?

Para ello, son necesarias algunas lecciones.

Primero, se debe actuar como “realistas” pensado sobre los fundamentos reales de los regímenes liberales. Para echar raíces, la democracia necesita una tierra fértil que debe ser preparada.

Segundo, ese trabajo no puede consistir en medias medidas. La simple ayuda económica extranjera no es suficiente, puesto que la simple limitación a otorgar créditos y ayudas no garantiza su correcta aplicación. Por otro lado, deben vigilarse siempre a las élites económicas locales.

Tercero, la democracia viene después del crecimiento económico y la modernización. En cualquier caso, este proceso lleva tiempo.

Existen además dos posibles vías para crear posibilidades de cambios económicos: 1) ayuda económica a cambio de derechos y libertades progresivos, y 2) comercio libre y políticas abiertas de inmigración que abran al Tercer Mundo los mercados del Primer Mundo. No obstante, las ayudas condicionadas no son popularmente aceptadas en el Tercer Mundo, especialmente en América Latina, al tiempo que la apertura de mercado provoca serios recelos en políticos y electorado de los países desarrollados.

Sin olvidar que queda el escollo de las élites económicas de los Estados ricos en recursos naturales, que pueden no encontrar incentivos a ese crecimiento y desarrollo económico y democrático.

Finalmente existe otra vía: la democracia puede ser impuesta y estabilizada por un cambio violento y radical, una revolución, impuesta desde el exterior. En está vía sólo se podrán implantar democracias volátiles. Aunque ciertamente la ocupación militar haya sido en el camino una vía para implantar democracias, esto no significa que sea el camino a seguir. Esta estrategia necesita muchos recursos y extremo consenso. Sin un apoyo generalizado, acabará en fracaso. Y nadie asegura que las cosas no cambien, que no regresen al punto anterior, cuando termine la ocupación.

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CÁLICO ELECTRÓNICO El amo de internet

| viernes, 7 de diciembre de 2007




La mejor serie flash de España así comienzo ya que no se merece otra definición, increibles gags con el lenguaje "tipical spanish". La voz de cálico es un homenaje a Chiquito de la Calzada maestro del humor que ha marcado una tendencia que lo abarca todo. La "chiquitomanía" fue un boom que luego trajo sus frutos cómo en ésa serie que utiliza esos giros carácteristicos del Chiquito con bromas que creo que sólo se comprende en España. Para otras culturas o en paises latinoaméricanos el lenguaje que se utiliza en ésta serie sería vulgar y basto pero aquí es perfecto, es lo que se ve el día a día en las calles y por eso engancha tanto. Los golpes son increibles yo me la parto sinceramente y los personajes mas españoles no pueden ser. La picaresca la ironía los homenajes a otras series todos esos golpes de humor hacen que estés pendiente del siguiente capítulo. Totalmente recomendable piltrafilla... .





Pagina Web Cálico Electrónico

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SEGUIMOS CON CHAVEZ I Erre.. que erre...

| domingo, 2 de diciembre de 2007






Pongo este comentario hecho por Bruno Cardeñosa en su blog: http://brunocardenosa.blogspot.com/





El pasado sábado 10 de noviembre, durante la celebración de la Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile estalló el escándalo cuando el Rey de España alzó la voz y mandó callar al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, cuando éste interrumpía a su homólogo español Rodríguez Zapatero para calificar como fascista al anterior mandatario español, José María Aznar. Nadie desconoce lo sucedido. Y analizado con frialdad, nadie puede sentirse satisfecho. Cierto es que la insistencia de Chávez en sus alusiones resultaba incómoda per se y reiterativa hasta conseguir nulidad argumental. Y más cierto es que, pese a que la reacción del Rey de España ha sido aplaudida y defendida en España, nadie puede justificarla y perjudicará gravemente la imagen de España en América y contribuirá a reforzar posiciones críticas contra la actitud de la "madre patria". "¿Por qué no te callas?", dijo Juan Carlos I, el único jefe de Estado no electo que participaba en la cumbre al mandatario que -guste o no- entre todos los asistentes más veces ha resultado elegido en las urnas.

Tras esta polémica subyacen muchos elementos trascendentes que iré desgranando en varios capítulos en relación al golpe de Estado fallido que apartó durante dos días del poder a Chávez en 2002. Según el mandatario venezolano, España tuvo una participación notable en aquel golpe. Precisamente, sobre este asunto escribí todo un capítulo en mi libro El Gobierno Invisible (Ed. Espejo de Tinta), fruto de una larga investigación. A continuación, recuperaré parte de esa información que puede servir para comprender mejor la situación. Para ello, nos situamos en el 18 de noviembre de 2004.


Un fiscal incómodo

Eran las 21.45 horas cuando aquel jeep que circulaba por la avenida Las Ciencias de Caracas (Venezuela) estalló en mitad de la calzada. Nada se pudo hacer para salvar la vida del único ocupante del vehículo…

Los autores del atentado habían investigado a conciencia su objetivo. Sabían de sus hábitos, de sus costumbres, de sus rutas. Conocían sus puntos débiles. Fruto de ese trabajo previo dedujeron que el mejor momento para montar el operativo era entre las 18.00 y 21.00 horas. Durante ese tiempo el coche permanecía estacionado en las inmediaciones del Instituto de Investigaciones Policiales, en donde su conductor asistía a un cursillo sobre criminología. Abrieron el vehículo y bajo el asiento colocaron una cápsula de 250 gramos de C-4, un brutal explosivo militar fabricado por Estados Unidos. Unido a la bomba, los autores de la matanza colocaron un teléfono móvil que se activaría a distancia actuando como iniciador de la explosión. Luego sólo hubo que esperar: el conductor tomó el coche y cuando los terroristas decidieron que era el momento, activaron el receptor y la bomba estalló.

La víctima se llamaba Danilo Anderson. Era uno de los más valientes fiscales del país. En aquellas fechas llevaba entre manos un caso especialmente delicado y grave, pues trataba de depurar responsabilidades penales para procesar a los responsables e instigadores del intento del golpe de Estado que el 11 de abril de 2002 a punto estuvo de derrocar al presidente venezolano Hugo Chávez. Lo que estaba encontrando Anderson en su investigación apuntaba directamente a algunos líderes opositores, así como importantes empresarios venezolanos, vinculados, todos ellos, al entorno de varios líderes mundiales. Y, detrás de éstos, una colección de think-tank o "laboratorios de ideas", a los que dedico el contenido del libro El Gobierno Invisible.

Las investigaciones dieron pronto con parte de los responsables del atentado, pero cuando iban a ser detenidos alguien los mató, alguien que no tenía ningún interés en que se conociera la verdad...


«España apoyó el golpe»

Pocos días después de aquel suceso el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, visitó España. La ocasión fue aprovechada por Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores, para desvelar en un programa de televisión que el anterior gobierno español había apoyado el golpe de Estado en Venezuela. De hecho, el ex presidente José María Aznar fue uno de los primeros líderes mundiales en reconocer como nuevo presidente a Pedro Carmona, el empresario que lideró el golpe y que se autoproclamó nuevo máximo mandatario.

Las declaraciones de Moratinos provocaron una intensa polémica. Varios medios de comunicación se echaron al cuello del ministro y en una cadena de radio se rebautizó al líder de la diplomacia española con el apodo de «desatinos». Por su parte, el Partido Popular, en la oposición desde el 14-M pero al frente del gobierno cuando tuvo lugar el golpe, pidió la dimisión del ministro, que, sin embargo, fue ratificado y defendido por el propio presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.

Moratinos se vio obligado a comparecer en el Congreso de los Diputados para justificar sus denuncias. Durante su exposición mostró telegramas que certificaban cómo las comunicaciones que mantuvieron en los días del golpe el presidente Aznar y el embajador de España en Venezuela, Manuel Viturro, estaban encaminadas a apoyar a los golpistas, circunstancia que quedó demostrada con otros documentos y pruebas presentadas por el ministro. Sin embargo, los medios de comunicación fueron excesivamente tibios a la hora de reflejar el contenido de aquella comparecencia.

Ese día volvió a demostrarse que existe en España un verdadero prejuicio respecto a la situación política en Venezuela. Tanto se ha alterado la realidad que, si usted pregunta por la calle a cualquier ciudadano, lo más seguro es que piense y crea que Hugo Chávez es un golpista de esos que tanto han abundado en América en las últimas décadas. Su imagen, embutido siempre en un traje militar de campaña, y sus aires histriónicos han sido utilizados para tergiversar una realidad de la que hablan los números, números que dicen que Venezuela creció económicamente en el año 2005 más que ningún otro país del mundo. Se proporcionaron millones de hectáreas a más de cien mil campesinos sin tierra y se pusieron en marcha once mil centros de salud que han reducido a la mitad la mortalidad infantil del país. Sin embargo —y ahí radica el problema— Venezuela crece de espaldas a las sombras que dirigen el mundo desde el 11-S, si bien sería incauto negar la existencia de serios problemas de seguridad y burocracia en el país, que impiden la aceleración del reparto entre los ciudadanos de los beneficios que genera el petróleo.

Con permiso de la Cuba de Fidel Castro, Venezuela y Hugo Chávez se han convertido en los más preclaros enemigos de Estados Unidos en Latinoamérica. Las razones de ese enfrentamiento hay que buscarlas —por enésima vez— en el oro negro. De hecho, Venezuela proporciona el 19 por ciento del crudo que se consume en Estados Unidos, lo que lo convierte en el segundo suministrador del país después de Arabia Saudí. Todo esto quiere decir que el petróleo del país caribeño se ha convertido en fundamental para Washington y sus empresas petroleras aliadas, cuyas riquezas dependen en gran parte de que puedan participar del negocio de la extracción de crudo en Venezuela.

Así las cosas, en Washington no están dispuestos a admitir que Hugo Chávez prosiga en el poder. Y es que si su política de reformas triunfa, todo el continente americano interpretará que la ideología del peculiar presidente es la correcta para salir de la pobreza. Carlos Andrés Pérez, el presidente que precedió a Chávez, convirtió a Venezuela en un país aliado y el petróleo que producía seguía siempre el rumbo marcado por las poderosas empresas norteamericanas. Incluso en los periodos de precios altos, Estados Unidos instaba a sus empresas, tal y como indica Ignacio Álvarez Peralta en su obra Asalto a Bagdad (Editorial Popular, 2003), a contribuir al Sistema reinvirtiendo parte de sus ganancias en la Bolsa de Wall Street, lo cual resulta extraordinariamente rentable en épocas como las actuales, en las que un dólar infravalorado alimenta las inversiones extranjeras en el país. Sólo de ese modo puede equilibrarse la balanza entre importación y exportación, equilibrio que se quebró durante los años noventa y que resultaba necesario recuperar.

Por ello, si el dólar baja y el petróleo sube no es por una crisis sino porque conviene a la economía norteamericana, pero el plan sufriría dificultades si países como Irak, Irán o Venezuela lo desafían. En este contexto, el anuncio de Chávez de negociar el petróleo en euros también supone un serio revés para la Casa Blanca. Frente a todos estos riesgos para el gran capital se inició una campaña de acoso y derribo contra Hugo Chávez. El plan incluía operaciones encubiertas, el patrocinio y financiación de grupos opositores al presidente venezolano y la colaboración del países próximos a Venezuela que se pusieran del lado de Estados Unidos.

Para la consecución de este plan, España ha sido un elemento fundamental. Hasta el 2004, el gobierno estuvo del mismo lado de Estados Unidos; además, la colaboración se plasmó en una masiva venta de armas a Colombia y en la decisiva participación en la trastienda del golpe de Estado mediante el cual se intentó derrocar a Hugo Chávez… (Continuará)

BLOG DE BRUNO CARDEÑOSA

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